Niños caen en el juego de las drogas
Felipe probó las drogas a los 13 años porque sentía tristeza y coraje. “Me sentía solo, era el niño problema de la escuela”. Su madre reconoce que le llegó a pegar porque lo desesperaba. “Una vez lo regañé en la escuela, le di un golpe y él se me aventó y me dio otro. Me dio mucho coraje y lo acusé con mi papá y con mi hermano; ellos lo agarraron y le di unos cinturonazos”.
El adolescente de Ciudad Nezahualcóyotl forma parte de un grupo de un millón 700 mil alumnos menores de edad que han consumido algún tipo de droga en México. Dentro de ellos hay más de 152 mil niños que cursan quinto y sexto de primaria. La edad de inicio en el consumo de alcohol se sitúa en los 12 años, mientras que el acceso al tabaco comienza a los 13. La puerta de entrada al remolino de las drogas ilegales se ubica entre los 13 y los 14 años. La marihuana y los inhalables son las más consumidas en estas edades.
La Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes (Encode) 2014, presentada en 2016, revela lo anterior e indica que más de 600 mil alumnos de secundaria y bachillerato han usado cocaína, metanfetaminas y heroína.
Los expertos aseguran que la violencia intrafamiliar es una de las principales razones que orillan a los jóvenes a caer en la adicción a las drogas. La presión de compañeros y la curiosidad se suman como factores determinantes para iniciarse en el consumo.
Consumir a los 13
Felipe fue uno de los 606 mil alumnos de secundaria y bachillerato a nivel nacional que consumió inhalables. Perteneció a los 34 mil estudiantes del Estado de México que probó enervantes. En las calles de Neza se habituó a ver cómo jóvenes se reunían para drogarse. Algunos de sus compañeros llevaban marihuana e inhalables a la escuela y se la ofrecían. No tenía total supervisión de sus padres, quienes trabajaban hasta doble turno. Por ser “niño problema” fue castigado muchas veces desde pequeño, tanto en la escuela como en su casa, donde algunas veces recibía golpes o agresión verbal. Fue hasta un año de consumo después cuando lo descubrió su hermana menor, de ocho años, y dijo que su hermano se la pasaba “oliendo una cosa todo el día”.