Actividad física, una forma de evitar y tratar la depresión infantil
Diversos estudios han demostrado la capacidad que tiene el ejercicio para evitar la depresión entre adolescentes y adultos. Sin embargo, se desconocía si el efecto es el mismo en los menores de edad. Pero nuevo estudio realizado en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) y de Investigación Social de la NTNU comprobó que los niños que realizan actividad de moderada a vigorosa son menos propensos a desarrollar síntomas de depresión.
Se estima que, en cualquier etapa, alrededor del 5 por ciento de los niños y adolescentes padece depresión. Los niños con problemas de aprendizaje, conducta, ansiedad o atención corren un mayor riesgo de deprimirse, al igual que los niños que están bajo estrés o que sufren alguna pérdida, o cuyas familias tienen antecedentes de depresión.
Los síntomas de depresión en niños no son necesariamente iguales a los de los adultos. Y los más comunes son: llanto frecuente, enojo u hostilidad, pérdida de interés en actividades que antes disfrutaban, pérdida de apetito o cambio en los hábitos alimenticios, problemas para relacionarse, falta de comunicación y aislamiento social.
El nuevo estudio forma parte de un proyecto llamado Tidlig Trygg i Trondheim que sigue el desarrollo y la salud mental de niños y analizaron datos obtenidos tras el seguimiento a niños durante un periodo de 4 años para poder encontrar vínculos entre actividad física y síntomas de depresión.
Los datos fueron tomados de casi 800 niños de 6 años de edad al inicio del estudio. De las examinaciones de seguimiento, el equipo también recabó datos de 700 de esos niños cuando cumplieron 8 y 10 años de edad. Las medidas de actividad física se obtuvieron mediante acelerómetros que los niños usaron alrededor de la cintura las 24 horas durante 7 días consecutivos, y que sólo se quitaban para bañarse. Por otro lado, las medidas de salud mental de los niños se evaluaron mediante entrevistas estructuradas realizadas en presencia de los padres y el equipo encontró que los niños físicamente activos de 6 y 8 años de edad eran menos propensos a presentar síntomas de depresión 2 años más tarde.