A 100 años de la influenza española que mató a 300 mil personas
La pandemia de gripe de 1918, mejor recordada como la gripe española o "influenza española", fue una de las epidemias más fuertes en la historia de humanidad. Algunos datos indican que en México hubo casi medio millón de muertos, otros señalan que fueron 300 mil; y que en el mundo se registraron unos 50 millones de fallecidos por esta enfermedad.
La gripe se desarrolló en Francia y después pasó a España. Al ser un neutral en los conflictos bélicos de la Primera Guerra Mundial, el país ibérico decidió informar de la enfermedad y las consecuencias que estaba sufriendo; de ahí el nombre de gripe española. Si bien la guerra no fue la causante de la pandemia, la movilización de tropas fue determinante para su rápida y mortal expansión.
La enfermedad llegó a México a finales de septiembre, pero los diarios comenzaron a reportar en octubre acerca de esta gripe violenta con consecuencias fatales. Se propagó por el norte del país en un inicio y "viajó" en ferrocarril y barcos. Así comenzaron los reportes de casos registrados en Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila.
Para el 10 de octubre de 1918, en un contexto bélico mundial y nacional, EL UNIVERSAL informó a sus lectores de la enfermedad con esta frase en su primera plana: "UN GRAVE PELIGRO SE CIERNE SOBRE EL PAÍS". Enseguida se podía leer: "En guardia sobre la gripe española. Departamento de salubridad adopta medidas enérgicas para evitar que se propague la epidemia".
El 11 de octubre, EL UNIVERSAL describió: "La epidemia de influenza Española. Mientras en México se dice que ha disminuido en el Norte, de Monterrey se reciben noticias de que el mal se recrudece. Los muertos mueren asfixiados. Desde hoy se hará el regado de las calles de la metrópoli con desinfectante".
Otros periódicos de la época, como "El Demócrata", declararon entre mil 500 y 2 mil muertes diarias en México. De acuerdo con estos reportes, el número de enfermos en las poblaciones, ciudades y algunos estados oscilaba entre 30 y 200 contagiados al día.
De acuerdo con datos del Archivo del Hospital General en la Ciudad de México, las muertes en octubre de 1918 se elevaron y para noviembre incrementaron significativamente.
Las principales causas de las defunciones declaradas fueron, en su mayoría, por gripe y neumonía, seguidas de bronconeumonía y bronquitis, todas afecciones respiratorias consideradas de gravedad.
Al servicio de la sociedad
Los síntomas de la gripe española se parecían a los de cualquier gripe común, con la diferencia de lo violento de sus reacciones.
EL UNIVERSAL alertaba a la población y recomendaba alejarse de cualquier enfermo de gripe; además advertía de los síntomas de los contagiados: fiebre alta que llegaba casi a 40°, dolor corporal severo, diarrea, vómitos, fuertes hemorragias sanguinolentas por la boca y dificultad para respirar.
En los informes médicos con los que contaba el Hospital General de la Ciudad de México quedó registrado que, en algunos casos, se observaron hemorragias nasales muy violentas y marcas de sangre en los ojos, así como pigmentación en la piel de todo el rostro de los enfermos, además de evidencias de hemorragias pulmonares. Algunas notas de EL UNIVERSAL informaban de estas violentas muertes y recalcaban que en caso de infección se debía contactar con el médico de manera inmediata.
Uno de los datos interesantes de esta epidemia fue la población afectada. Muchas de sus víctimas fueron jóvenes y adultos saludables, y animales, entre ellos perros y gatos. La población entre 20 y 40 años se vio mayormente afectada por la enfermedad. Desde el inicio de ésta, EL UNIVERSAL insistió en la necesidad de llevar a cabo una desinfección de los basureros de las colonias, los cuales debían ser incinerados para evitar focos de infección. Con títulos como "¡¡ANTE EL PELIGRO!!", las propagandas recomendaban a la población comprar medicamentos contra la pulmonía y bronquitis en las droguerías.
El 13 de octubre del 1918 en una nota de portada se leía: "La influenza decrece en algunos puntos y se recrudece en otros. En la Dirección de Ferrocarriles se han recibido importantes noticias de diferentes puntos del país". Esa nota hablaba de las medidas que tomaron los estados.
En Durango, la epidemia tuvo consecuencias graves al inicio, pero entonces las autoridades reportaban disminución de enfermos y una mejora higiénica en la población; en Chihuahua se registraba una poca invasión de la epidemia, en contraste, en Coahuila, específicamente en Torreón, se reportaban altas cifras de contagio y un número alto de decesos. Ese mismo día, el diario daba un dato alarmante sobre el número total de contagiados en ese estado: 66% de habitantes estaban enfermos.
En la Ciudad de México, el Hospital General publicó un comunicado a través de EL UNIVERSAL el 15 de octubre: "El desarrollo de la influenza en la capital" que daba cuenta de los enfermos que llegaban ahí y la falta de medicamentos y espacio para atenderlos. El personal del nosocomio acondicionó el pabellón 25 para enfermos por la epidemia que permanecieron aislados del resto.
El 24 de octubre, este diario publicó en su página 6 las recomendaciones para prevenir la influenza: "Alejarse de toda persona que estornude, tosa y escupa sin pañuelo. Evitar sitios muy concurridos. No usar los platos o toallas utilizadas por otras personas, a menos que hayan sido lavadas con agua hirviendo. No poner los labios en las bocinas de teléfonos, ni llevarse a la boca los lápices o cualquier objeto utilizado por otra persona. Estar al aire libre y a la luz del sol el mayor tiempo posible, utilizando ropa bien abrigada. Dormir en cuartos ventilados, caminar en vez de usar el tranvía, lavarse la cara y las manos cuando se llegue a casa. En caso de enfermedad, acostarse, permanecer aislado y llamar de inmediato al médico".
La gripe perduró los siguientes seis meses, con los medios de comunicación informando de aumentos y brotes en varias regiones del país.
Fue hasta el 2 de enero de 1919 cuando EL UNIVERSAL publicó una noticia diferente: "Medio millón de muertos… ¡Pasó su majestad la influenza!". La nota refería que la enfermedad había sido más mortífera que las armas de la Revolución Mexicana. Autores que estudiaron el tema hablan de casi medio millón de mexicanos muertos por la influenza; otros indican que la cifra más aproximada es de 300 mil fallecidos.
Un trágico final para el fotógrafo Carlos Muñana
La gripe española fue un suceso que marcó la historia de las enfermedades al estimarse un aproximado de 40 a 50 millones de fallecidos a nivel global.
Una de las vidas que cobró fue la de Carlos Muñana, un nombre que apenas figura en los registros del arte y periodismo mexicano. El fotógrafo de EL UNIVERSAL tuvo una muerte prematura, el 23 de marzo de 1920 en Nueva York, que puso fin a sus representaciones estéticas que plasmaba a través de sus imágenes.
Muñana nació en Guadalajara, donde se formó como fotógrafo. Llegó a la Ciudad de México en 1909 y trabajó para "El Heraldo" y "El Imparcial". Luego llegó a EL UNIVERSAL y a El Universal Ilustrado. Desde los primeros números de este último es posible localizar varios estudios fotográficos realizados por Muñana, así como imágenes de eventos que formaron parte de la cobertura de este profesional de la fotografía.
Una de los trabajos que mejor representa a Muñana es "Silueta de artistas", en el que se veían sólo las siluetas de artistas, cantantes, escritores, músicos y políticos que destacaban en la escena nacional, entre ellos el cantante Virgilio Lazzari y el compositor Manuel M. Ponce.
La experiencia estética que Carlos Muñana ofreció a los lectores de EL UNIVERSAL de aquella época es una marcada primordialmente por su juego a contraluz de objetos, sitios y personas que los editores combinaban en las páginas con diseños circulares y rectangulares acompañadas de pequeñas viñetas para dar una presentación elegante y discreta. Muñana retrataba al mundo dejando su impronta en sus fotos y la diversidad de su estilo. Con su distintiva marca de sombras y tonos oscuros llegaron a acompañar algunos artículos de opinión.
Su creatividad y único estilo le hicieron acreedor a un viaje a Nueva York en 1920 para que aprendiera nuevos métodos fotográficos y conociera el sistema de cromograbado; pero Muñana llegó enfermo a la Gran Manzana y fue internado en el Hospital Francés de aquella ciudad, el diagnóstico: influenza española.
Murió el 23 de marzo de 1920 y su cuerpo fue embalsamado en la funeraria de Franck E. Campbell para luego trasladarlo en barco al puerto de Veracruz y de ahí traído a la Ciudad de México. Sus funerales se realizaron en la capilla ardiente en la redacción de EL UNIVERSAL.