"La pandemia de AH1N1 fue una prueba importante para México"
En plena Primera Guerra Mundial, una tragedia igual de mortal al conflicto entre el Triple Entente y las Potencias Centrales se expandió por el mundo: una pandemia de influenza, la española, acabó con la vida de 50 millones de personas, según cálculos conservadores. A un centenario de la llamada "Madre de todas las pandemias", que también azotó nuestro país, el riesgo de una nueva plaga sigue presente.
"Es primordial no bajar la guardia, ser cautelosos; es parecido al fenómeno de los terremotos, la clave es estar preparados", explica Julio Frenk Mora, miembro de El Colegio Nacional y actual director de la Universidad de Miami.
Frenk Mora fue secretario de Salud en el gobierno de Vicente Fox y fundador del Instituto Nacional de Salud Pública, cuyo propósito fue implementar las bases de un centro de investigación para prevenir problemas de la salud pública. Asegura que a través de la vigilancia epidemiológica, acompañada de la investigación científica, es posible responder ante crisis como la AH1N1, vivida en México en 2009.
¿Nuestras autoridades sanitarias están preparadas para afrontar una nueva epidemia?
Me parece que sí, hemos avanzado mucho. La pandemia de AH1N1 del 2009 nos lo ilustra. Fue una prueba importante de todos los preparativos que se han realizado y vimos que sí fue posible estructurar una respuesta adecuada. El mundo fue muy afortunado de que esta pandemia se originara en México porque, en los últimos 30 años, nuestro país ha preparado una serie de profesionales epidemiólogos que son la envidia universal. Tenemos gente del más alto nivel, reconocidos internacionalmente por sus aportaciones científicas, como los doctores Jaime Sepúlveda, Roberto Tapia, Mauricio Ortiz, Pablo Kuri, entre muchos más. Después del episodio de 2009, la OMS entregó un reconocimiento a México como uno de los países con mayor capacidad técnica en materia de brotes epidémicos.
El mundo fue afortunado, pero México pagó un precio muy alto.
Se cerraron aeropuertos, cancelaron reservaciones, el país pagó un costo muy alto, pero gracias a eso no sufrimos una epidemia peor. Muchos países, como lo vimos con el virus del SARS (Síndrome respiratorio agudo grave), prefieren que no se afecte su turismo o su imagen internacional y no notifican. México dio muestras de mucha valentía. Después de estas experiencias con el AH1N1 y el SARS se han fortalecido las regulaciones sanitarias internacionales, que todos los países han suscrito, y que establecen la obligatoriedad de la notificación temprana. Sí seguimos fortaleciendo la vigilancia epidemiológica, podremos establecer la capacidad científica de identificar rápidamente los agentes que causan el brote. Pero también es importante crear una serie de mecanismos para garantizar la transparencia epidemiológica y que no haya consecuencias negativas para los países que reportan los brotes porque es ahí donde creamos el incentivo del ocultamiento de datos, que termina siendo catastrófico.
¿La investigación científica es la clave para consolidar mejores sistemas de salud?
Es esencial, sin investigación no hay innovación. Debe ser una investigación que nos permita avanzar en el conocimiento y reflejarlo en la forma que organizamos los servicios. En el fondo de toda innovación siempre está la investigación básica, por eso hay que apoyarla, brindarle más recursos. Y en este proceso las universidades tienen un papel central. Soy un fiel creyente de que no es suficiente hacer investigación, hay que traducirla en resultados, en tecnologías y políticas públicas para que tengan impacto.
Ha dicho que los sistemas de salud exigen un nuevo modelo de atención: deben ser integrales, interdisciplinarios, sostenibles e innovadores. ¿México posee un sistema de vanguardia?
Estamos en vías. Los sistemas de salud siempre se están refinando porque son víctimas de sus propios éxitos, cada vez que vencen un problema de salud pública, surgen nuevos. La última muerte en México por sarampión ocurrió en los años 90. Era una tragedia que niños fallecieran por esta enfermedad; se erradicó esa crisis, pero hoy tenemos a muchos niños con diabetes. Conforme se prolonga la esperanza de vida nos enfrentamos a nuevos retos. Los sistemas de salud deben entrar en una dinámica de constante renovación. En México falta por avanzar, pero se ha construido mucho. La Secretaría de Salud es una de las joyas del gobierno federal y espero que el nuevo gobierno se dé cuenta de la importancia de preservar la capacidad técnica de esta Secretaría.
¿Por qué considera a la Secretaría de Salud como una de las joyas del gobierno?
En secretarías como la de Salud y Educación, que tienen un núcleo técnico, es muy importante no politizar las decisiones, debe haber políticas de Estado que estén por arriba del rejuego partidista. Ha costado un cuarto de siglo sentar las bases para tener un adecuado sistema de vigilancia, en estos temas no se puede jugar a la improvisación porque es una cuestión de seguridad pública, pero también de seguridad nacional. México tiene un Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica que es un modelo admirado por muchos países. Hay que conservar las fortalezas y, por supuesto, trabajar en superar las debilidades que, sin duda, siempre hay.
Entre las normas que implementará la próxima administración se ha mencionado la reducción salarial. Rectores de universidades públicas ganarían más que López Obrador, como el director del IPN, que percibe 191 mil pesos al mes. ¿Sería correcto que académicos e investigadores entraran en esta dinámica?
El equipo entrante recoge un mandato de la sociedad de mejorar la eficacia del gobierno. Es importante entender que en México, como en todos los países, el gobierno es una mezcla de claroscuros. Hay muchos aspectos sombríos de corrupción, de exceso de personal, de gente que no desquita el sueldo, es ahí donde existe una demanda social por eliminar estos vicios. Pero también hay áreas que dependen de la excelencia y la capacidad técnica de su personal. Estoy convencido que la próxima administración tiene clara conciencia de que hay sectores del gobierno donde la gente trabaja muy fuerte y es vital retenerlos. Ninguna de las declaraciones que ha dado el presidente electo tiene un ánimo en contra de los médicos, enfermaras o profesores universitarios. El enfoque va dirigido a quitar la grasa, a eliminar los excesos de personal que no es productivo. Me parece muy atinado y no creo que el destinatario de esas medidas sea la gente que ha estudiado muchos años y se entregan al servicio público.