Mexicanos contra el cáncer de mama
La ciencia nacional ha dado pasos agigantados con instrumentos o avances que ayudan a detectar o tratar el cáncer de mama. He aquí a nuestros guerreros que luchan a favor de la vida.
El sostén de la salud
El brasier Eva fue creado por Julián Ríos, el joven estudiante del Tecnológico de Monterrey que buscó la manera de ayudar a su madre en su batalla contra el cáncer de mama. La herramienta ahora es una de las más reconocidas por su gran utilidad y comodidad. Gabriela, quién padece este cáncer, afirmó que cuando conoció el brasier Eva, le sorprendió que una prenda detectara una enfermedad que cobra la vida de muchas mujeres.
Julián creó este dispositivo con la ayuda de Antonio Torres, uno de sus compañeros de preparatoria. Ahora, ambos son fundadores de uno de los proyectos de salud más importantes de México, que funciona de manera eficaz y eficiente. El sostén trabaja por la medición de la temperatura del busto. El aumento de ésta es causado porque los tumores necesitan nutrientes y oxígeno para expandirse; entonces los procesos inflamatorios elevan el calor de los senos.
El brasier detecta las anomalías y revela al cáncer desde etapas tempranas. La usuaria únicamente se debe colocar las copas del brasier Eva debajo de su sujetador deportivo. Es necesario que siga las instrucciones de su aplicación oficial de Smartphone y espere a que los sensores guarden la información. Los resultados se envían vía Bluetooth al celular o tableta electrónica; los algoritmos de inteligencia artificial producen una evaluación en algunos minutos y, si se registra peligro, genera un plan de acción. En este caso, la asistencia médica. Su costo aproximado es de 120 dólares. Pero no solo incluye el brasier, también asesoría médica personalizada y acceso a la aplicación en todas las plataformas.
"Eva no reemplaza una mastografía, es una herramienta complementaria que profesionaliza la autoexploración de mama y está a disposición de mujeres a partir de los 25 años de edad", explica un comunicado oficial.
Más que prótesis
La psicooncóloga Patricia Escalante, de la fundación CIMA, dice que la extirpación de las mamas afecta en gran medida a las mujeres que padecen este cáncer. Quienes pierden parte de su cuerpo, por la mastectomía, resienten la falta de su seno y tienen problemas de autoestima, depresión, inseguridad, falta de habilidades sociales y demás cuestiones emocionales.
Por eso es indispensable que las pacientes se atiendan con un profesional antes y después de la cirugía. Lo positivo es que existen las prótesis mamarias para quienes tienen que pasar por la mastectomía. Aunque muchas veces no son económicas. Debido a lo anterior, el joven tapatío Érik Muñoz, estudiante de ingeniería química del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI) de la Universidad de Guadalajara, creó el Proyecto Cali, en el que producen prótesis mamarias personalizadas con materiales ecológicos para garantizar durabilidad, comodidad y bajo costo.
"En Cali desarrollamos prótesis mamarias externas personalizadas enfocadas en la salud físico-emocional, propiciando la autoestima de las mujeres mediante la recuperación estética inmediata", afirma la empresa. El poliuretano termoplástico es uno de los materiales con los que Érik trabaja en el diseño de las prótesis; esto es debido a su alta maleabilidad.
Además presenta alta tolerancia ante entornos de PH ácido. Puede fundirse para crear nuevas piezas, permite la personalización de las prótesis, se lava fácilmente y dura más de cinco años. El equipo evalúa las cicatrices de la mastectomía, obtiene una imagen del tórax con escáner tridimensional y pesa el seno sano, para obtener la información que requieren estas prótesis. Después elaboran el diseño y lo imprimen. El integrante del proyecto Jordi Puig Gómez, estudiante de la licenciatura en contaduría pública del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) de la UdeG, dijo al portal del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) que buscaron que las prótesis fueran lo más económicas posibles, por lo que cuestan entre tres mil 500 y cuatro mil 500 pesos.
La molécula mexicana
Edda Sciutto y Gladis Fragoso son dos científicas mexicanas del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM. Ellas descubrieron la molécula GK-1, con propiedades antitumorales que podrían mejorar la eficacia de la inmunoterapia en pacientes con cáncer de mama. Ésta es un péptido identificado en una proteína presente en cisticercos de taenia crassiceps y taenia solium Las científicas se interesaron por realizar una vacuna efectiva contra la cisticercosis. Cuando estaban en sus experimentos de vacunación, notaron que ése es capaz de inducir una protección al momento de aplicarlo vía oral.
Tomaron la decisión de evaluar a la molécula GK-1, como un coadyuvante de la vacuna de influenza. Para establecer las condiciones que vieron en ancianos con la enfermedad, hicieron pruebas en ratones envejecidos al inmunizarlos con la vacuna disponible para humanos u otra con GK-1. "Cuando hicimos los estudios citopatológicos del pulmón en los ratones, notamos que los que no habían recibido la molécula desarrollaron tumores de forma espontánea y, curiosamente, en los que sí obtuvieron ésta, se habían propiciado mucho menos. Entonces, se nos prendió un semáforo para preguntarnos si en esas capacidades inmunomoduladoras podría caber la posibilidad de que entrara como un antitumoral", explicó Gladis Fragoso a EL UNIVERSAL.
El doctor Armando Pérez, de la Facultad de Medicina, fue quien hizo la observación de los tumores y confirmó la capacidad del péptido en un modelo de melanoma murino. Igualmente, la doctora Diana Torres participó en el proyecto y obtuvo su grado, por el estudio de los efectos de la molécula en un modelo de cáncer de mama. La molécula GK-1 reduce el número, tamaño o volumen de los tumores, disminuye las macrometástasis y aumenta la sobrevida del paciente.
Genética y cáncer
La egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Talia Wegman Ostrosky, se ha enfocado en descubrir el gen específico del cáncer de mama. En 2017 fue fichada para colaborar en el Congreso de la Asociación Americana de Investigación en Cáncer, donde mostró los avances de su investigación. También su trabajo fue destacado como uno de los mejores de Estados Unidos, debido a los fundamentos genéticos de la rara malignidad de los tejidos blandos: el rabdomiosarcoma.
Talia estudia los genes porque se interesó en el hecho de que muchos pacientes con cáncer de mama presentan antecedentes familiares. Los resultados parciales de su investigación evidencian que entre el 10% y 15% de los casos de tumores se deben por mutaciones de genes con riesgo familiar. Ahí puntualiza que, una vez identificada la causa, es indispensable buscar si los padres o hijos sufren de lo mismo, para tomar medidas de prevención.
"Algunos de estos genes mutados tienen opciones de tratamiento, por lo que en un futuro se podrían desarrollar tratamientos personalizados para estos pacientes", dijo la genetista a la Agencia ID. Talia se motivó a empezar con sus estudios debido a que su padre falleció por un tumor cerebral. En la actualidad, la doctora participa en una colaboración entre el Instituto Nacional de Cancerología (Incan) y el National Cancer Institute (NCI). Estudia un posdoctorado en epidemiología genética y cáncer en Maryland.