No sólo los cubrebocas protegen de enfermedades
El riesgo de contraer una infección a través del contagio es grande en las zonas urbanas, por lo que existen diversos tipos de utensilios médicos para combatirlo y conocer su uso correcto permitirá poseer una buena salud.
Según el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), dos de las rutas principales por las que solemos contraer enfermedades respiratorias, como coronavirus, o episodios de alergia son:
La transmisión por contacto
Cuando estornudamos, provocamos un efecto similar al de un aerosol. Se trata de un movimiento involuntario y repentino en el que esparcimos gotas o partículas muy pequeñas de aire, saliva y flujo nasal.
Estas gotas, transmisoras de agentes infecciosos, efectúan la propagación de patógenos por medio de contacto con otras personas, por lo que es necesario utilizar equipo de protección.
El dispositivo para cuidarse de este tipo de transmisión es la mascarilla o cubreboca, utensilio que se puede emplear antes y durante una enfermedad, lo primero para prevenir la adquisición de una bacteria o virus, mientras lo segundo al evitar la propagación de malestar.
El cubreboca proporciona una barrera física a la altura de la boca y la nariz para la protección contra agentes contaminantes. Además reduce la exposición a secreciones de algún enfermo.
Existen diferentes tipos de tapabocas y cada uno es empleado para distintos objetivos más allá de las bacterias, pues también sirven ante la exposición a ciertos líquidos. Sin embargo, cualquiera debe usarse sólo una vez y después desecharse.
Transmisión aérea
El germen de la enfermedad se transmite por el aire al momento en que el paciente habla (saliva), estornuda o tose. No obstante los agentes infecciosos (con una medida aproximada de cinco micras) quedan suspendidos en el ambiente por largos periodos de tiempo.
La protección que debe usarse en este caso es el respirador desechable N95. Cuando el usuario inhala, el respirador filtra las partículas suspendidas en el aire que incluyen polvos, virus y bacterias funcionando como un purificador de aire.
Según la dependencia sanitaria, el N95, cuya letra indica que este aparato no resiste aceites, es capaz de filtrar al menos el 95% de partículas de alta penetración.
Existen dos tipos de respiradores cuya diferencia principal radica en la posesión o carencia de válvula de exhalación.
El que cuenta con válvula disminuye la sensación de sofocamiento al contar con una abertura que permite la entrada y salida de oxígeno, pero su uso no es recomendable en áreas donde exista un alto riesgo de contagio.
Éste es desechable y de uso personal. En caso de utilizarse en diferentes ocasiones, se debe inspeccionar que no presente ningún tipo de ruptura porque podría estar contaminada la parte exterior del respirador, así que debe tocarse sólo en los extremos de las cintas.
El INER recomienda que los respiradores y cubrebocas deben utilizarse sólo en el área de riesgo y quitarse al salir, además que no se deben colocar en ninguna otra parte del cuerpo.
La manera correcta de desecharlos es en una bolsa roja con el símbolo universal de "riesgo biológico", ya que después de su uso se convierten en material contaminado.
Una de las herramientas que recientemente se ha sumado a la familia de utensilios para prevenir contagios es el respirador purificador de aire por filtración a presión (PARP por sus siglas en inglés), el cual funciona a través de un filtro HEPA. Conformados por un tubo unido a una capucha de polietileno, son de uso personal y pueden emplearse más de una vez.
Es importante mencionar que sólo filtran el aire, lo que quiere decir que en caso de que algún tipo de contaminante tóxico se encontrara esparciéndose en el medio ambiente pasaría a través del equipo.
El material preventivo contra el contagio de enfermedades y alergias respiratorias es necesario en tiempos marcados por el contacto constante con otras personas y especies animales y el incremento de enfermedades virales y bacterianas.