Hugo Mena, dueño de Piñatas Mena Bambolinos, asegura que la pandemia de coronavirus ha sido lo más difícil que han sufrido en este negocio, incluso más que el sismo del 19 de septiembre de 2017 cuando perdieron el local que tenían en Circuito Interior. "Apenas estábamos tomando un poco de impulso para seguir adelante después de lo del sismo", asegura Hugo Mena.
"Estábamos empezando muy bien el año y yo pensé que ya iba a ser el repunte pero desafortunadamente llegó esta situación y nos empezó a pegar con todo. Las consecuencias de tanto tiempo sin vender como estábamos más o menos acostumbrados pues nos está llevando a la quiebra porque estamos metidos en deudas", añade.
Esto es el resultado de más de seis meses en los que no han tenido ventas debido a la prohibición del Gobierno de la CDMX de hacer reuniones. Tardaron casi tres años en recuperar las ventas que perdieron en la búsqueda de un local después del sismo del 19 de septiembre.
"A veces vamos al día, nada más para comer pero los demás gastos solo se van incrementando", es lo que comenta Hugo al preguntarle cómo han sobrevivido él y su familia en estos meses en los que han pasado semanas sin vender una sola piñata. Este es el negocio de la familia desde hace, aproximadamente, tres generaciones y cuando ocurrió el sismo se enfrentaron al reto de buscar un nuevo taller para fabricar piñatas.
Lo que los ha ayudado ahora son las redes sociales que Hugo y su esposa han usado con ayuda de sus hijos para promover su trabajo y conservar a los clientes cautivos que ya tienen. Fueron ellos también quienes los ayudaron al hacerles pedidos de mayoreo a principios del mes de marzo.
Este fue el último trabajo grande que hicieron debido a que de enero a marzo iban levantando las ventas hasta que la pandemia los obligó a detenerse. Hugo Mena menciona que algunos clientes les han hecho pedidos de piñatas pequeñas, aunque también se han quedado sin ingresos durante algunas temporadas.
Por el confinamiento, los clientes hacían estos pedidos como una forma de que los niños se distrajeran con algo y para hacerles una pequeña reunión entre dos o tres personas. A partir de esto el negocio tuvo que adecuarse a lo que iban pidiendo los clientes.
"Nos decían, necesito una piñata muy pequeñita para tres personas o para cinco personas", solo para que los niños jugaran. Por lo que también ha tenido que bajar los precios porque las piñatas que piden son más pequeñas.
Hace la comparación de que ahora vende de 5 a 8 piñatas en una semana. Hace unos días vendieron 12 que era el promedio al que estaban acostumbrados en años anteriores.
En palabras de Hugo Mena, cuando fue lo del sismo la gente apoyó muchísimo y compraba más. "Pero con esta situación ya no hemos salido adelante, es lo más fuerte que hemos vivido en este negocio creo que hasta más fuerte que lo del sismo", admite.
Tanto así que hasta han pensado en cerrar el negocio y buscar otra fuente de ingresos, pero hasta ahora no han encontrado ninguna otra solución. También pidió un crédito del gobierno y les dieron 15 mil pesos.
"Pero así como llegaron, se fueron luego, luego para pagar algunas cosas también pendientes de pagar, y ahora es una deuda más que tengo". Ahora dan prioridad a la comida de la casa y si les alcanza van comprando parte del material que necesitan para las piñatas.
El recuerdo del sismo del 19 de septiembre
La casa donde fabrican las piñatas sigue siendo su taller temporal y es de sus papás. Ahí tiene alrededor de 100 moldes para continuar haciendo las figuras para fiestas infantiles.
Están en la calle Coque número 61, colonia Santa Polonia, en la alcaldía Azcapotzalco. Actualmente, mediante la página de internet Piñatas Mena Bambolinos es como han podido difundir su trabajo.
La producción del primer año fue muy baja porque no sabían cómo organizarse. Antes del temblor hacían al menos 30 piñatas a la semana, durante los meses siguientes fueron solamente 10.
Aquel martes 19 de septiembre, al llegar al local donde vendían piñatas, Hugo Mena y su esposa temían ver cómo había quedado el negocio después del sismo de 7.1 grados Richter que sacudió a la Ciudad de México.
Encontraron grietas cerca del baño y al final del negocio. Sobre todo, notaron que el edificio se había inclinado hacia atrás, era el daño más evidente.
En el inmueble había ocho departamentos y dos locales comerciales en la planta baja; uno era de alarmas para autos y el otro Piñatas Mena Bambolinos que rentaban desde hace 12 años.
Hugo proviene de varias generaciones de una familia en la que hacían piñatas. Su bisabuelo les enseñó a su abuelo, papás y tíos. Su padre fue quien le aportó ese conocimiento. Antes las fabricaban de carrizo, después lo cambiaron al barro y por último al papel periódico.
Después de tres años del sismo del 19 de septiembre y en medio de una pandemia, Hugo Mena y su familia esperan que durante esta última época del año mejoren las ventas. Continúan buscando opciones para conservar su negocio y esta tradición familiar.