En medio de los repetidos llamamientos a lavarse las manos para combatir el coronavirus, un 40 por ciento de la población mundial o unos 3.000 millones de personas no disponen de agua y jabón en su casa para hacerlo.
Así lo asegura Unicef, la agencia de la ONU para la Infancia, que advierte de que esa proporción se eleva hasta casi el 75 por ciento en los países menos desarrollados.
"Lavarse las manos con jabón es una de las cosas más baratas y efectivas que puedes hacer para protegerte a ti y a otros del coronavirus y de otras muchas enfermedades infecciosas. Sin embargo, para miles de millones de personas incluso estas medidas básicas están fuera de su alcance", señaló en un comunicado el director de Programas de Unicef, Sanjay Wijesekera.
El problema no se limita a los hogares, pues el 47 por ciento de las escuelas no disponen de lugares con agua y jabón, lo que afecta a unos 900 millones de niños, y un 16 por ciento de los centros médicos no tiene retretes o lavabos.
Unicef recuerda además que el lavado de manos es especialmente importante en las áreas urbanas, debido a la mayor densidad de población y el contacto más frecuente con otras personas, que aumenta el riesgo de contagio de enfermedades.
Sin embargo, en regiones como el África Subsahariana, hasta el 63 por ciento de los residentes en zonas urbanas viven sin acceso a lugares donde lavarse las manos. En Asia Central y Meridional, ese porcentaje es del 22 por ciento, incluyendo a la India, donde un 20 por ciento de la población urbana -unos 91 millones- carece de instalaciones básicas para lavarse las manos en sus hogares.
Las autoridades sanitarias insisten en que lavarse las manos a menudo y de forma correcta con agua y jabón es una de las mejores formas de reducir el riesgo de contagio con el coronavirus.
Unicef, según explicó en un comunicado, está trabajando alrededor del mundo para promover el lavado de manos entre niños y padres y tratar de que más y más personas tengan acceso a una cuestión tan básica.
Por otra parte, la agencia de la ONU informó este viernes que decidió cerrar su sede central en Nueva York y hacer que todo el personal trabaje a distancia durante las próximas cuatro semanas, después de que tres personas desarrollaran síntomas del COVID-19, aunque por ahora no se ha confirmado que tengan la enfermedad.
La sede de Naciones Unidas, que se encuentra a poca distancia pero en un complejo separado, continúa operando, aunque gran parte de los funcionarios trabajan desde sus hogares para reducir la densidad en el edificio.
La organización, además, ha pospuesto o cancelado numerosas reuniones y eventos, ha suspendido las visitas y ha reducido el número de participantes en citas que siguen celebrándose, como los encuentros del Consejo de Seguridad.
Por ahora, ningún empleado de la ONU en Nueva York ha dado positivo por la enfermedad, aunque sí se ha confirmado un caso en una diplomática filipina que había visitado por última vez la sede de la organización el 9 de marzo.