Por falta de servicios médicos les toca recurrir a remedios ancestrales

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El Universal,  Ciudad de México, Mexico, 

Ante la limitada capacidad de los gobiernos federal y estatal de atender la emergencia sanitaria por Covid-19, que ha propiciado más de 65 mil casos en Oaxaca, las mujeres se organizan para hacer frente a la pandemia usando los saberes ancestrales.

La organización oaxaqueña Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad A.C. se dio a la tarea, desde febrero pasado, de crear un micrositio llamado Mujeres y Covid en Oaxaca, el cual recopila manuales, testimonios y saberes para enfrentar una emergencia que ha cambiado para siempre la cotidianidad del estado y sus contextos indígenas.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Nallely Tello Méndez, representante de la organización, acota que la idea del micrositio surgió desde Consorcio para saber cómo ha impactado la emergencia sanitaria en la vida de las mujeres.

Al respecto, precisa que uno de los apartados del sitio tiene que ver con trabajar los duelos relacionados con la muerte de las personas, la pérdida de la movilidad o de la salud.

Además de analizar este impacto, uno de los fines del proyecto es ofrecer un conjunto de herramientas disponibles para enfrentar los impactos de la pandemia y visibilizar el trabajo que están haciendo en las comunidades de la entidad.

También es posible encontrar una sección llamada Datos, otra titulada Palabras que sanan y una más de Herramientas comunitarias, a fin de agrupar la información que Consorcio obtuvo a partir de redes colaborativas con otras organizaciones feministas, así como de defensores de la tierra.

“Los movimientos feministas siempre tenemos esta premisa de no estar solas, pero en esta ocasión pensamos también en cómo poner al servicio de las demás lo que hemos generado para enfrentar al Covid-19”, precisa Nallely.

Con ese propósito, la organización recopiló una serie de saberes locales y milenarios sobre las plantas medicinales en comunidades de Oaxaca y otros estados, como Chiapas. A la par de este micrositio, hay uno de autocuidado, cuidado colectivo y sanación, en el que se ofrecen herramientas para la ansiedad, el estrés y emociones que ha profundizado los efectos del nuevo coronavirus.

Las herramientas comunitarias, reitera la activista, surgieron de la necesidad de poblaciones indígenas con recursos sanitarios insuficientes. Los materiales incluyen la aportación del Centro de Capacitación Nichim Otanil en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, donde la comunidad usa plantas para curarse, en vez de fármacos. Asimismo, Consorcio elaboró un compendio para el autocuidado y la sanación que brinda herramientas útiles para mejorar la calidad de la alimentación.

“No es sólo que no haya hospitales, sino que para la dimensión que tiene la pandemia, los recursos son insuficientes. En plena tercera ola, los hospitales se quedan sin oxígeno, cuando éste es un elemento fundamental para el tratamiento de la enfermedad”, apunta Nallely al hablar sobre la utilidad de las herramientas que brindan.

A la escasez de insumos se suman los medicamentos cuyos precios elevados los hacen inaccesibles para la mayoría, sobre todo para las mujeres que viven en comunidades.

“Los sistemas de salud no están dando ninguna luz en este momento que estamos viviendo. El gobierno está dejando morir a muchísimas personas y es cuando la gente se organiza para hacer colectas de medicamentos y comida para quienes han resultado con diagnósticos positivos por la enfermedad.

“Mucha gente lo está enfrentando [al Covid-19] con herbolaria porque no tiene de otra”, reitera Nallely.

Pese a la utilidad de las alternativas, la activista insiste en que es importante contar con un apoyo médico que brinde seguimiento a las etapas de la enfermedad.





La travesía de recibir atención médica que ha llevado a la muerte de pacientes

En muchas comunidades de México los servicios de salud son precarios o inexistentes

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Milenio,  Ciudad de México, Mexico, 

¿Qué tienen en común una mujer que está postrada en Yucatán, un representante ejidal en Tamaulipas, una indígena de Durango que dio luz en la carretera y unos pueblerinos de Coahuila? Que en sus comunidades, los servicios de salud son precarios o inexistentes. 

En el municipio yucateco de Seyé, por ejemplo, la señora Edith Alvarado lleva 21 años postrada en una cama a causa de los golpes que le propinó su ex esposo. Es diabética, tiene problemas del habla y una de sus hijas, la de 22 años, padece problemas auditivos y de movilidad. Guadalupe, otra de sus hijas, es quien las cuida. “Aquí no hay servicios de emergencia, puras consultas en farmacias”, lamentó Guadalupe. “El hospital más cercano nos queda como a media hora, pero tampoco funciona. Tenemos que ir hasta Mérida, a la clínica Juárez del IMSS. Y casi nunca nos lleva la ambulancia”. 

Guadalupe cuenta que irse en transporte público es muy incómodo, pues doña Edith sólo se mueve en silla de ruedas. Lo hacen, sin embargo, porque el costo es de 60 pesos por persona, mientras un taxi les cobra entre 350 y 700 pesos. Otra alternativa podría ser la patrulla que mandó el ayuntamiento, pero los policías les han dicho varias veces que no es su obligación.

Guadalupe relata que hace seis meses, cuando nació prematuramente su hijo, acudió al Palacio Municipal a pedir ayuda. “Se me rompió la fuente y me fui caminando una seis calles hasta el Palacio. Llegué a donde está la patrulla, y me dijeron que no me podían llevar, que me esperara hasta las 8:00 horas”. Se fue en una motocicleta que consiguió su esposo. 

Sonia es una joven indígena de El Mezquital, Durango, que tampoco alcanzó a terminar su labor de parto de sus gemelos. Sonia viajaba desde Teneraca, a unas ocho horas de camino a la capital del estado. Sus padres la trasladaban a Guajolota, donde se encuentra el hospital, pero en un tramo de la carretera nació el primer gemelo, un varón. Continuaron su camino hasta llegar al hospital. La niña no sobrevivió. 

Cuando los indígenas de las comunidades de Santa María de Ocotán o Huazamota, las más pobladas, viajan a la capital de Durango a buscar atención médica no siempre llegan. Hace apenas unos días, una mujer de cien años, proveniente de El Mezquital, perdió la vida en uno de los albergues tradicionales, Tambitos. No alcanzó a recibir la atención médica. 

La comunidad de Ciénega de la Purísima, a hora y media de Saltillo, sabe lo que significan las distancias. Para llegar o salir de ella, es necesario adentrarse en la sierra por caminos sinuosos de terracería, junto a voladeros de 30 metros, con subidas y bajadas cuya peligrosidad aumenta en tiempos de lluvias. 

“Desde que llegué a vivir acá, hace 30 años, hemos tenido muchas urgencias y nosotros tenemos que ver cómo le hacemos para llegar a la clínica”, cuenta Antonia Fuentes, originaria del pueblo de Jamé. “Estamos muy olvidados de todo esos auxilios de emergencias. Aquí nos tomamos lo que tenemos, una paracetamol o un acetil. Siempre tenemos medicamentos o remedios caseros, por lo mismo”. 

Según Antonia, en varias ocasiones se les ha prometido que se presentará un doctor al centro de salud. “Pero primero tendrían que remodelar las instalaciones porque están muy deterioradas”, dice y enseguida habla de otro problema para los habitantes: los gastos de gasolina, medicamento y, a veces, de médicos, ya que la mayoría no cuentan con seguridad social y tienen que buscar atención en consultorios particulares. “A mi yerno se le torció la cara hace más de un mes y desde entonces mi esposo lo lleva a rehabilitación. Cada vuelta nos sale como en 600 pesos”. 

En Altamira, Tamaulipas, la situación no es muy diferente: las distancias hacia centro de salud y hospitales provoca que las familias de 32 ejidos y ocho comunidades del río Tamesí tengan una baja probabilidad de sobrevivir en el caso de enfermarse o de que sean víctimas de picadura o mordedura de un animal venenoso. “Hay gente que la ha sabido sacar provecho a la situación y cobra 40 pesos por llevarte en moto o en triciclos a las clínicas”, se queja Dimas Salazar, representante ejidal en Benito Juárez. 

El problema se acentúa en las viviendas que se ubican en los márgenes del río, pues dependen mucho de la capacidad de sus motores en las lanchas para llegar rápidamente a recibir atención médica en Altamira.Si es un motor grande,tardan 25 minutos. En el peor de los casos, el recorrido es de una hora. Una vez que llegan al muelle por la laguna Champayan, deben pagar un taxi o caminar varias cuadras hasta el DIF para que sean trasladosa un hospital. 

“Ha habido gente que se muere en el traslado por infartos o derrames”, cuenta Ricardo Demes, habitante de la comunidad Martin A. Martínez., “Yo tengo una nieta que le picó un animal, batallando la cargamos y como se pudo la llevamos al DIF. Por río es una hora con motor pequeño. También la neblina es una dificultad, hay quienes se han perdido”. 

Para los 32 ejidos alejados de la zona urbana solo hay cuatro centros regionales de salud. Los habitantes tienen prohibido enfermarse los fines de semana, pues los doctores solo acuden de lunes a viernes. 

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La travesía de recibir atención médica que ha llevado a la muerte de pacientes

En muchas comunidades de México los servicios de salud son precarios o inexistentes

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Milenio,  Ciudad de México, Mexico, 

¿Qué tienen en común una mujer que está postrada en Yucatán, un representante ejidal en Tamaulipas, una indígena de Durango que dio luz en la carretera y unos pueblerinos de Coahuila? Que en sus comunidades, los servicios de salud son precarios o inexistentes. 

En el municipio yucateco de Seyé, por ejemplo, la señora Edith Alvarado lleva 21 años postrada en una cama a causa de los golpes que le propinó su ex esposo. Es diabética, tiene problemas del habla y una de sus hijas, la de 22 años, padece problemas auditivos y de movilidad. Guadalupe, otra de sus hijas, es quien las cuida. “Aquí no hay servicios de emergencia, puras consultas en farmacias”, lamentó Guadalupe. “El hospital más cercano nos queda como a media hora, pero tampoco funciona. Tenemos que ir hasta Mérida, a la clínica Juárez del IMSS. Y casi nunca nos lleva la ambulancia”. 

Guadalupe cuenta que irse en transporte público es muy incómodo, pues doña Edith sólo se mueve en silla de ruedas. Lo hacen, sin embargo, porque el costo es de 60 pesos por persona, mientras un taxi les cobra entre 350 y 700 pesos. Otra alternativa podría ser la patrulla que mandó el ayuntamiento, pero los policías les han dicho varias veces que no es su obligación.

Guadalupe relata que hace seis meses, cuando nació prematuramente su hijo, acudió al Palacio Municipal a pedir ayuda. “Se me rompió la fuente y me fui caminando una seis calles hasta el Palacio. Llegué a donde está la patrulla, y me dijeron que no me podían llevar, que me esperara hasta las 8:00 horas”. Se fue en una motocicleta que consiguió su esposo. 

Sonia es una joven indígena de El Mezquital, Durango, que tampoco alcanzó a terminar su labor de parto de sus gemelos. Sonia viajaba desde Teneraca, a unas ocho horas de camino a la capital del estado. Sus padres la trasladaban a Guajolota, donde se encuentra el hospital, pero en un tramo de la carretera nació el primer gemelo, un varón. Continuaron su camino hasta llegar al hospital. La niña no sobrevivió. 

Cuando los indígenas de las comunidades de Santa María de Ocotán o Huazamota, las más pobladas, viajan a la capital de Durango a buscar atención médica no siempre llegan. Hace apenas unos días, una mujer de cien años, proveniente de El Mezquital, perdió la vida en uno de los albergues tradicionales, Tambitos. No alcanzó a recibir la atención médica. 

La comunidad de Ciénega de la Purísima, a hora y media de Saltillo, sabe lo que significan las distancias. Para llegar o salir de ella, es necesario adentrarse en la sierra por caminos sinuosos de terracería, junto a voladeros de 30 metros, con subidas y bajadas cuya peligrosidad aumenta en tiempos de lluvias. 

“Desde que llegué a vivir acá, hace 30 años, hemos tenido muchas urgencias y nosotros tenemos que ver cómo le hacemos para llegar a la clínica”, cuenta Antonia Fuentes, originaria del pueblo de Jamé. “Estamos muy olvidados de todo esos auxilios de emergencias. Aquí nos tomamos lo que tenemos, una paracetamol o un acetil. Siempre tenemos medicamentos o remedios caseros, por lo mismo”. 

Según Antonia, en varias ocasiones se les ha prometido que se presentará un doctor al centro de salud. “Pero primero tendrían que remodelar las instalaciones porque están muy deterioradas”, dice y enseguida habla de otro problema para los habitantes: los gastos de gasolina, medicamento y, a veces, de médicos, ya que la mayoría no cuentan con seguridad social y tienen que buscar atención en consultorios particulares. “A mi yerno se le torció la cara hace más de un mes y desde entonces mi esposo lo lleva a rehabilitación. Cada vuelta nos sale como en 600 pesos”. 

En Altamira, Tamaulipas, la situación no es muy diferente: las distancias hacia centro de salud y hospitales provoca que las familias de 32 ejidos y ocho comunidades del río Tamesí tengan una baja probabilidad de sobrevivir en el caso de enfermarse o de que sean víctimas de picadura o mordedura de un animal venenoso. “Hay gente que la ha sabido sacar provecho a la situación y cobra 40 pesos por llevarte en moto o en triciclos a las clínicas”, se queja Dimas Salazar, representante ejidal en Benito Juárez. 

El problema se acentúa en las viviendas que se ubican en los márgenes del río, pues dependen mucho de la capacidad de sus motores en las lanchas para llegar rápidamente a recibir atención médica en Altamira.Si es un motor grande,tardan 25 minutos. En el peor de los casos, el recorrido es de una hora. Una vez que llegan al muelle por la laguna Champayan, deben pagar un taxi o caminar varias cuadras hasta el DIF para que sean trasladosa un hospital. 

“Ha habido gente que se muere en el traslado por infartos o derrames”, cuenta Ricardo Demes, habitante de la comunidad Martin A. Martínez., “Yo tengo una nieta que le picó un animal, batallando la cargamos y como se pudo la llevamos al DIF. Por río es una hora con motor pequeño. También la neblina es una dificultad, hay quienes se han perdido”. 

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Más de 17 millones de personas al año pierden seguridad social: López-Gatell

Lamentó que en México la perspectiva de la salud pública es precaria

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Milenio,  Ciudad de México, Mexico, 

Año con año más de 17 millones de personas pierden su seguridad social, por ello el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, establece que tiene como objetivo la transformación sanitaria en el país para proveer servicios de salud para quienes no cuenten con la seguridad social.

Al participar en la inauguración de la II Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Pensamiento Crítico en Salud, que se realizó en la Ciudad de México, destacó que el proceso de transformación del sistema de salud en México avanza con la clara idea de que es un bien público y un derecho humano social que debe garantizar el Estado. 

Resaltó que este nuevo sistema pone a las personas y a las comunidades en el centro de la acción y no a los aparatos de administración de los servicios de salud. 

Dijo que uno de los retos dentro de este proceso es desmedicalizar los sistemas de salud; es decir, eliminar las inercias que durante décadas han prevalecido no solamente en cuanto a la provisión de servicios y su base financiera, administrativa, laboral y de información, sino también en cuanto a la idiosincrasia. De esta forma, se podrá avanzar en la movilización y el empoderamiento comunitario. 

Indicó que hoy en México la idiosincrasia estimulada en los últimos 40 años, incluso cimentada desde la época de la Colonia, ha resultado en que un segmento amplio de la población no percibe la salud como un derecho, sino como una dádiva, prestación o concesión de los gobiernos. 

En el auditorio Benito Croquet de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS), López-Gatell Ramírez advirtió que no se puede emprender una transformación profunda si no existe consenso, conciencia pública y suficiente fuerza de movilización política local y regional para aspirar a la satisfacción del derecho a la salud. 

“De ahí la necesidad imperiosa de que los pueblos se movilicen. La sociedad organizada de forma gremial, social, territorial, cultural, etcétera, pero que se movilice de manera cada vez más organizada con la idea clara de que la salud es un derecho humano, y que los Estados y naciones tienen la obligación de garantizarlo”, subrayó. 

Además, señaló, en México la perspectiva de la salud pública es precaria, al visualizarse sólo como un elemento auxiliar, compensatorio, de aquello que no brinda el personal médico; es decir, limitada a la prevención y control de enfermedades, y modelo básico de promoción de la salud. 

Aclaró que, si bien no existe una fórmula única para transformar los sistemas y solucionar las problemáticas de cada uno de los países latinoamericanos en esta materia, se pueden aprender, incorporar y compartir las experiencias para avanzar en esta tarea. 

La región latinoamericana y caribeña tiene raíces y orígenes comunes, y el denominador común también es la aspiración de una sociedad más justa e incluyente, con mayor capacidad del Estado de proveer los servicios necesarios para garantizar los derechos; sin embargo, las oportunidades se han abierto de forma asincrónica. 

En la inauguración de la II conferencia latinoamericana, la secretaria de Salud de la Ciudad de México, Oliva López Arellano, destacó que es necesario construir con las personas las tramas de bienestar que permitirían reducir la desigualdad e ir en el camino hacia la transformación del sistema de salud y llegar a sistemas universales y de base pública más allá del hospital. 

Sostuvo que en la Ciudad de México se aborda la salud como un sistema unificado que promueve la participación de las personas en sus territorios, su comunidad y su domicilio para procurar su bienestar; esto significa que va más allá de la atención médica y sanitaria. 

Además, coincidió con el subsecretario López-Gatell Ramírez en el sentido de seguir fortalecimiento la narrativa de desmedicalizar la salud porque ésta se produce de forma colectiva y no individual. 

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'De todo hacen un escándalo': AMLO por entrega de ivermectina a pacientes Covid

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El Universal,  Ciudad de México, Mexico, 

Ante las acusaciones de que se administró ivermectina a pacientes con Covid-19 de la Ciudad de México como parte de un experimento, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que esto es parte de una campaña de ataques al gobierno de sectores conservadores y aseguró “por todo hacen escándalo”.

En conferencia de prensa matutina, al encabezar el informe del Pulso de la Salud, el titular del Ejecutivo federal señaló que estos señalamientos provienen de medios que, acusó, recibían dinero del gobierno pasado.

“Subrayar, de que como es de dominio público, como es obvio, pues hay toda una campaña de ataques al gobierno por parte de bloque conservador y de sus voceros, esto que acabas de preguntar es parte de lo mismo. Están involucradas dos revistas que recibían dinero del gobierno anterior.

“Para hablar con claridad, una revisa es 'Nexos' y la otra es 'Animal Político', para irnos ubicando y que nadie se ofenda. Es informar a la gente y ejercer nuestro derecho de réplica, porque de todo hacen escándalo, al grado de presentar una denuncia penal (…) pero todo tiene que ver con la politiquería”, dijo.

AMLO amaga con exhibir a medios

Al advertir que continuarán supuestas campañas de desinformación, el presidente Andrés Manuel López Obrador manifestó que su gobierno va a tener que“refritear” información sobre los montos que recibían medios de comunicación en sexenios pasados por publicidad.

“Yo creo que vamos tener que refrescar información, como se dice en el periodismo, refritear para sacar información de cuánto recibían los medios, y ahí nos vamos quedar, nada más con publicidad, porque si nos metemos a otras prebendas que reciban, como créditos, contratos, etcéteras, negocios jugosísimos al amparo del poder, pero no nos metamos en eso, solo nos vamos a quedar en la cuestión de la publicidad.

“Tampoco enojarnos y ser también tolerantes, garantizar el derecho a disentir, no perder el sentido del humor, estar alegres siempre y procurar estar bien con nuestra conciencia, con ese que es el principal tribunal, nuestra conciencia”, agregó.



Hombre fallece de covid tras firmar su salida voluntaria de hospital

El paciente externó de manera verbal el deseo de dejar el hospital

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Milenio,  Ciudad de México, Mexico, 

Un hombre con covid-19 murió el pasado fin de semana luego de que firmara su salida voluntaria de un hospital en Piedras Negras, Coahuila. 

Según informó vía un comunicado la Dirección del Hospital General "Salvador Chavarría", el pasado 20 de enero fue recibido un paciente del sexo masculino, de 56 años, con comorbilidades y positivo a covid–19. 

"Tras ser ingresado el sábado (22 de enero), el paciente externó de manera verbal el deseo de dejar el hospital. Especialistas le detallaron a él y a su esposa que requería de mantenerse hospitalizado —en observación y de manera aislada— debido a que su nivel de oxigenación oscilaba entre el 75 y 85 por ciento con mascarilla reservorio, con pronóstico reservado". 

Sin embargo, ayer el paciente decidió firmar su alta voluntaria, por lo que abandonó al hospital pese a ser advertido del alto riesgo de complicaciones si decidía dejar su tratamiento. 

"La Dirección del Hospital General de Piedras Negras reitera que todos los pacientes que reciben algún servicio médico y se hospitalizan tienen el derecho de firmar su alta voluntaria, dado que no se le puede retener en contra de su deseo". 

Y concluyó: "en este caso en particular, en dos ocasiones se le detalló a él y a su familia sobre el riesgo de salud que corría si insistía en salir de este centro hospitalario". 

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