El gatobar ya es tendencia
Los bares de gatos se instalaron en España hace cuatro años adaptando una idea japonesa. El primero, la Gatoteca, abrió en Madrid en 2013. Hay locales similares ya en Barcelona y Alicante.
La iniciativa está a medio camino entre el negocio y la solidaridad. Todos los gatos del Cat Bar, por ejemplo, fueron abandonados y algunos de ellos sufrieron maltratos.
El principal proveedor de Montesinos es la Asociación en Defensa y Ayuda de Animales Abandonados de Valencia (Adaana). Y el destino de los felinos es la adopción, un proceso para el que el establecimiento funciona como escaparate.
Los interesados tienen la posibilidad de elegir un animal con el que previamente han congeniado, dice Montesinos. Desde que el local abrió a mediados de mayo, han sido adoptados 19.
"Los gatos han vivido situaciones duras. Que venga gente todos los días a darles cariño y jugar con ellos les sirve de terapia. Muchos, además, no han estado con otros gatos, y también socializan. Cuando llevan unas semanas aquí mejoran claramente y están preparados para integrarse en un nuevo hogar", afirma el dueño.
La cafetería, de 150 metros cuadrados, huele a limpio, incluso sin tener en cuenta que en ella viven 15 gatos. "Tienen sus cuevas, escondites, areneros y bebederos. Cambiarlos de sitio cada día les generaría estrés". Antes de llegar al Cat Bar, los animales, que tienen un aspecto lustroso, son sometidos a un proceso de esterilización, vacunación y desparasitación, por parte de Adaana.
También se les implanta un microchip y se les hace un test para descartar que padezcan, por ejemplo, el síndrome de inmunodeficiencia felina. "Se trata de preservar tanto su salud, evitando posibles contagios entre ellos, como la de los humanos", dice Montesinos, que lo primero que pide a los visitantes al entrar es que se laven las manos con un líquido desinfectante. Es una de las numerosas normas que rigen en el local.
El móvil debe ponerse en silencio y los gatos no pueden cogerse, aunque es frecuente que uno acabe subiéndose a las piernas del cliente o acercándose para ser acariciado. Tampoco se les puede dar de comer, hacer fotografías con flas, ni entrar con otros animales. Los menores de 13 años deben ir acompañados de un adulto.