Marcus Morris habla sobre sus problemas de ansiedad y depresión
La lista de jugadores de la NBA que se abren para contar su lucha con los problemas de salud mental empieza a sumar nuevos nombres. Kevin Love y DeMar DeRozan fueron los primeros en animarse. Más tarde se sumó Jahlil Okafor, y ahora Marcus Morris. El actual jugador de Boston Celtics pasó por momentos malos y vivió en carne propia el drama de la depresión y ansiedad. Y contó detalles en una serie de artículos que publica ESPN.
Marcus, junto a su gemelo Markieff (actual jugador de Washington Wizards), tuvieron una infancia por demás problemática desde lo familiar y lo social, creciendo en un lugar peligroso y lleno de problemas al norte de Philadelphia. "Allí te ganabas el respeto matando a alguien, así de complicado era", lo describió. Y lo que comenzaba esos problemas, según Marcus, eran dos cosas que lo afectaban directamente: la pobreza y ser negro. "Crecimos en un lugar donde no había gente blanca. No los veías en nuestro barrio. En ese momento, no confiaba en gente blanca porque no conocía gente blanca. Pero, sinceramente, no creía que podía confiar en alguien, ni siquiera en la gente de mi barrio que conocía de toda la vida", comenzó el jugador en su relato. El ambiente y contexto complicado hacían que vivieran todo el tiempo preocupados, porque salir a las calles de su ciudad era toda una aventura con riesgos. "Caminábamos con estrés todo el tiempo. Una vez le dije a mi hermano que no se podía vivir así", recordó.
El básquet, claro, era una manera de salir adelante y olvidarse de todo. Los dos llegaron a la NBA desde el Draft 2011. A Markieff lo eligió Phoenix en el 13° lugar, y a Marcus lo tomó Houston un puesto después. Mientras el primero tuvo una buena temporada debut, promediando casi 20 minutos por juego (y 7,4 puntos), Marcus jugó poco (17 encuentros) y terminó en el equipo de G-League de los Rockets, algo que le pegó fuerte.
"Tenía el corazón roto. Pensaba '¿no soy lo suficientemente bueno, hice algo mal?' Encima después me lesioné... Y la manera de manejar toda la situación era guardarme las cosas. Era mi primer año en la NBA y todo se venía hacia abajo. No tenía ningún veterano en el equipo que me dijera que todo estaba bien, que iba a mejorar. Me sentía solo", recuerda Marcus, quien se cerró de tal forma que se negó en el verano a ir a los trabajos fuera de temporada con Houston, ni tampoco contestó las llamadas de la gerencia. "Daryl Morey (el GM) me decía que estaba dañando mi carrera, pero yo pensaba que ellos la estaban dañando. No confiaba en ellos ni en nadie", agregó.
El canje hacia los Suns en 2013 fue una manera de aliviar las cosas, porque al fin iba a poder jugar con Markieff, que en definitiva era lo único que realmente quería. Tanto que ni siquiera le importó sentir que Phoenix no lo quería realmente. "Ellos querían tener contento a mi hermano. No se trataba de mí, realmente no les importaba", remarcó. Quizás, en 2015 potenció esa mirada cuando los de Arizona lo canjearon a Detroit Pistons, quedando los dos dolidos y enojados. Allí, Marcus explotó.
"Ahí fue cuando realmente entré en un lugar oscuro. Fue tan frío lo que hicieron... Después de eso, aclaré mi mente. No iba a tener más relaciones con nadie de las gerencias. No me iba a acercar a nadie más en los equipos. Estaba acabado", cuenta antes de dar más detalles: "Me empecé a preguntar si el básquet realmente era para mí. Cuando crecí, lo amaba muchísimo, era lo único que me hacía feliz. Pero ahora me estaba matando del estrés. Todo era negativo. Todo se trataba del negocio y yo tenía problemas con eso. Entonces empiezas a dar vueltas. El dinero es genial, ¿pero es realmente bueno como humano? ¿No debría ser eso lo que más importa?"
Jackie MacMullan, autora del artículo de ESPN, relata que Morris realmente pensó en dejar todo, pero que la opción alternativa de qué hacer, sobre todo el pensar en volver a Philadelphia, le generaba más ansiedad y estrés, al punto de no encontrar nada que le diera paz. Ni las pastillas para dormir o el fumar marihuana.
En 2017, Marcus fue canjeado a Boston Celtics, y en ese entonces afrontaba problemas legales con su hermano. Para su sorpresa, el entorno que encontró fue más que positivo y abierto a escucharlo, con buena recepción del GM Danny Ainge y el entrenador Brad Stevens. Es más, la franquicia le presentó a la psicóloga Stephanie Pinder-Amaker, quien resultaría de gran ayuda.
"Cuando llegué a Boston tenía muchas malas vibras dando vueltas. Pasé mucho tiempo preocupándome por lo que la gente pensaba de mí, y no quería hacer más amigos. Quería que me entrenaran e irme a casa", contó Marcus, quien primero se negó a hablar con la profesional hasta que pudo dar un paso al frente y abrirse.
"Me ayudó muchísimo. Puede sonar tonto, pero el simple hecho de cerrar mis ojos en una habitación oscura y respirar durante 10 minutos al día me ayuda. Sé que muchos chicos están pasando por ciertas situaciones de ansiedad y depresión, por no saber si tendrán trabajo la próxima temporada, por no saber si serán traspasados... Es muy estresante. Todos te están presionando. Quieren tu tiempo, tu dinero, un pedazo de tu fama. Si sufres depresión, deberías tratar de sacarla en lugar de guardarte y de dejar que te presione una y otra vez. Hablar con Stephanie liberó mucho de ese estrés", relató Marcus.
El tiempo ayudó para mejorar. Pero Marcus Morris tuvo y tendrá una dura batalla. "Debemos olvidarnos de las críticas que podamos escuchar. Debemos buscar y encontrar lo que nos hace mejor. Esto no se trata ni siquiera de básquet, sino de la vida", cerró.