Tom Brady y Aaron Rodgers, dos rutas hacia el éxito y la eternidad
Si el debate se circunscribiera a cuántos anillos de campeonato se han calzado en los dedos, esto ni siquiera sería un debate, es más, ni siquiera tendría una razón de ser. Y aunque en este momento no se trata de determinar cuál de los dos es más grande entre Tom Brady Aaron Rodgers, sí podemos explicar cómo es que cada uno, a su modo y con sus matices, ha transitado en su respectivo sendero del éxito.
En común tienen incluso el número en el jersey, el 12, que hasta antes de estos dos dignos representantes de la posición de quarterback solo había habido algunos cuantos en portarlo con gran distinción como Roger Staubach, Terry Bradshaw o Joe Namath.
Hablar de Brady y Rodgers es como adentrarse en un debate de arte y no mencionar a Rembrandt y a Van Gogh, a Picasso y a Dalí, como sentarse a conversar de Rock sin mencionar a los Rolling Stones, a The Beatles o a Queen, como estar bebiendo a sorbos una taza de café en una charla de literatura sin nombrar a Edgar Allan Poe, o a los clásicos como Miguel de Cervantes Saavedra o Dante Alighieri.
Son dignos ejemplares para ilustrar en las enciclopedias (aunque sean digitales ahora) la definición de lo que un quarterback debe ser: líder, héroe, tener una vasta dosis de aplomo, la capacidad bien remunerada en momentos de apremio de conservar la calma, levantar la moral de los compañeros y una resistencia a los golpes, pues en la posición de pasador el castigo físico está garantizado.
Brady llegó como no queriendo a la NFL, reclutado en la posición 199, en la sexta ronda del Draft de 2000, procedente de los Wolverines de Michigan. Estar bajo el radar significó para él muchas cosas, pero la más importante de todas es el probarle a quienes lo dejaron pasar que es algo de lo que se arrepentirán para siempre. Posee un total de cinco títulos de Super Bowl, cuatro ocasiones MVP del Gran Juego, 13 nominaciones al Pro Bowl, tres ocasiones All-Pro (es decir elegido el mejor en su posición en toda la liga). En su poder hay una cantidad de récords en temporada regular, en Playoffs y en Super Bowl que de escribir cada uno y explicarlo, lo indicado sería incluirlo en una tesis. No hay duda de su grandeza y que se trata de uno de los pasadores más brillantes que jamás hayan jugado.
El caso de Rodgers es diferente en el sentido de su llegada a la NFL. Fue tomado en la posición 24 del Draft de 2005, procedente de los Golden Bears de California, y a diferencia de Brady, el chico de los regresos en el cuarto periodo sí tuvo que llegar a ganarse un lugar y el respeto de una leyenda como Brett Favre. En la carrera de los trofeos, Rodgers presume dos viajes al Super Bowl, un título, una nominación como MVP del Juego Grande, seis veces elegido al Pro Bowl y dos ocasiones All-Pro. La lista de marcas que posee no son poca cosa y también es extensa, tanto así como para hacer otra tesis.
Nunca se han distinguido por ser quarterbacks ligeros, entiédase que pueden ganar yardas a puños con sus pies. De vez en cuando los astros se alinean y timbran en la zona de anotación acarreando el ovoide, pero eso es un plus. Otro detalle que los 'hermana' es que su actual pareja es una mujer mediática, que acapara reflectores y cuya fama se ha tejido por cuenta propia y no tanto por la atención que los maridos generan. Brady está casado con la afamada modelo brasileña Gisele Bundchen y Rodgers tiene una relación con la famosa, aunque recién retirada, piloto de autos de NASCAR y de la IndyCar Danica Patrick.
La noche del domingo 4 de noviembre fue la segunda vez apenas en sus respectvas carreras que se han visto las caras. La partida la ganaron Brady y los Patriots 31-17 en el juego de domingo por la noche. Pero siempre se ha hablado de cómo sería un enfrentamiento cara a cara en un Super Bowl entre ambos. Incluso hasta Michael Jordan, quizás mandándole un mensaje encriptado a LeBron James (con quien también tiene en común el uso del número 23) calentó el juego del Sunday Night Football porque se ha vuelto una tendencia debatir sobre quién es el mejor. En el caso del basquetbol quizás nunca lo sepamos por el desfase de eras.
Mientras Brady, basándonos en la fría y calculadora ruta de los números, lleva una larga ventaja a Rodgers, ha sido este último el que ha redefinido la posición de quarterback por muchas razones, pero quizás la más significativa de ellas es la de ver grietas, las ventanas de oportunidad para conectar pases que nadie más podría, desarrollar una especie de sexto sentido para mantener el aplomo en el bolsillo. También, el ídolo de Lambeau Field genera la sensación de que no hay un partido que pueda perder hasta que el reloj marque cero, pues si bien es cierto que Tom tiene en su haber 35 regresos en el último cuarto (estadística que se registra de 1960 a la fecha) los 13 que ha conseguido Aaron parecen generar sensaciones de ser más.
Quizás nunca tengamos el privilegio de ver un frente a frente, Tom Brady y Aaron Rodgers, peleando por un campeonato (salvo que se juegue una partida de Madden en la consola de su preferencia), por eso haberlos visto en el terreno de juego intercalar estrategias ofensivas la noche del domingo, nos sirvió como pretexto para ensalzar a cada uno de ellos por sus logros y sus modos de querer siempre llegar al mismo lado: a la victoria.