Andy Murray, el retiro de un jugador enigmático
La pesadumbre generalizada y el respeto que están expresando los británicos ante el retiro de Andy Murray contrasta con la barrera emocional que caracterizó la relación entre el jugador y la afición de su propio país durante muchos años.
Cascarrabias, malhumorado, petulante, frío. Esa era la imagen que tenía Murray, quien anunció que problemas físicos lo obligarían a dejar de jugar este año.
También fue visto como un abanderado de la igualdad, ejemplo de cómo sacarle el máximo jugo al talento que posee uno. Entre lágrimas, Murray dijo el viernes que una lesión de vieja data en la cadera hacía que su vida en el tenis fuese una “batalla” diaria. Las mismas lágrimas asomaron en la cancha central cuando perdió ante Roger Federer la final de Wimbledon del 2012 e hicieron que finalmente se metiese en el corazón de la gente.
Después vinieron tres títulos de Grand Slam, dos medallas olímpicas y la primera Copa Davis ganada por Gran Bretaña en 79 años. “Sentí que representaba a toda la nación”, declaró Murray en el 2012, “y que no pude hacerlo”.
Irónicamente, esa admisión probablemente fue más valorada por el público de lo que hubiera sido el título.
En un instante, Murray fue humanizado. Y tras revelar su frustración, fue aceptado por todo el país, no solo los aficionados al tenis, que respetaron su talento desde que se hizo profesional en el 2005. A partir de ese momento, la popularidad de Murray aumentó enormemente y pasó a ser un fenómeno deportivo en Gran Bretaña. Un mes después ganó la medalla olímpica de oro, en Wimbledon, y el mismo año se llevó su primer título grande, el US Open. Al año siguiente regaló a su nación su primer título de Wimbledon desde que Fred Perry lo ganase en 1936. En el 2015 fue el artífice de la conquista de la Copa Davis.
Luego vinieron otro título de Wimbledon y también olímpico en el 2016, y Murray se había asegurado un lugar entre los grandes ídolos en la historia del deporte británico. Fue el número uno del mundo en el 2017, hace muy poco. Por eso costó creer la noticia de que dejará de jugar pronto. “Pase lo que pase de aquí en más, has hecho mucho más de lo que piensas”, dice un tuit de la cuenta oficial de Wimbledon. Murray fue siempre considerado ejemplo de lo que se puede conseguir con esfuerzo y también se reconoció su trabajo a favor de la igualdad.
“Tu mayor impacto todavía no se ha hecho sentir”, dijo otra grande del tenis, Billie Jean King, en Twitter. “Tu voz a favor de la igualdad inspirará a las futuras generaciones”. Murray, quien estuvo asesorado siempre e incluso fue entrenado por su madre Judy, es el primer tenista varón que contrató a una mujer como entrenadora, Amelie Mauresmo, y a menudo habló de que habría que pagarle lo mismo a las mujeres que a los hombres.
En el 2017, después de perder ante Sam Querrey en los cuartos de final de Wimbledon, Murray corrigió a un periodista que dijo que Querrey era el primer estadounidense que llegaba a las semifinales desde el 2009.
“El primer varón”, le dijo Murray, aludiendo a que Serena Williams lo había hecho varias veces en la rama femenina. “Todas las chicas en el vestuario te admiramos y estamos muy agradecidas por la forma en que siempre estuviste de nuestro lado”, dijo Heather Watson, la número dos británica. “Has sido un ejemplo en muchos sentidos y ¡no quiero que te vayas!”.