En tenis y golf, ausencia de fans podría tener un alto costo
Cuando contempló por primera vez la posibilidad de celebrar el Abierto de Estados Unidos sin público por la pandemia del coronavirus, el director de ingresos de la Asociación de Tenis de Estados Unidos pensó que no había forma de que pudiese funcionar.
Con el tiempo, Lew Sherr llegó a abrazar la idea de un torneo del Grand Slam a puerta cerrada — si es que llega a celebrarse, una decisión que se espera que se tome la próxima semana — porque todavía podría ganar dinero aunque se pierdan los millones recaudados con la venta de boletos, alojamientos, comida y bebida o recuerdos.
“Desde luego, es mejor que no jugar. Sigue teniendo sentido financieramente y es una forma de mantener el deporte vibrante y atraer a los seguidores”, señaló Sherr, añadiendo que en los torneos de menor nivel, esta conversación “es mucho más difícil”.
El golf, que está previsto que se reanude el jueves en Fort Worth, Texas, también podría verse afectado por el virus y la recesión.
Los torneos semanales del circuito de tenis, que estarán suspendidos hasta al menos finales de julio, no tienen derechos de emisión televisiva como los del Abierto de Estados Unidos, que ingresa un promedio de 70 millones de dólares solo en el país anfitrión. Algunas de las citas más modestas del calendario tienen incluso que comprar tiempo en televisión.
Las ligas con grandes equipos como la NFL y la NBA parecen estar en buena forma porque la mayor parte de sus ingresos procede de multimillonarios contratos televisivos por temporada. La NASCAR, que reanudó la competición el mes pasado con una serie de carreras en circuitos vacíos aunque el martes anunció que permitirá el acceso de pequeños grupos de aficionados, depende principalmente de los derechos de emisión, que le reportan cientos de millones cada año. Otro deporte construido en torno a eventos en pistas independientes, las carreras de caballos, iniciarán su serie de la Triple Corona sin espectadores en Belmont Stakes, Nueva York, el 20 de junio, pero con alrededor de 100 millones de dólares en apuestas en internet.
Pero el tenis y el golf dependen en gran medida de los ingresos generados por la presencia de espectadores, especialmente con los boletos de alta gama y el alojamiento. El marco económico de cada torneo varía en los dos deportes, y los eventos más pequeños serán los que más sufran financieramente si se limitan o restringen las audiencias en vivo.
Una posible consecuencia de la reducción de ingresos en torno al tenis podría ser la rebaja de los premios económicos, incluso en el Abierto de Estados Unidos, uno de los cuatro grandes del año. Otra: Algunos podrían simplemente desaparecer.
“¿Tendrá un estadio de 15.000 asientos que sentar solo a 5.000 por el distanciamiento social? ¿Será ese el futuro del tenis? Y si lo es, ¿sobrevivirá el deporte?”, dijo James Blake, extenista y director del Abierto de Miami, una de las más de 40 competiciones del calendario canceladas desde marzo por la pandemia del COVID-19.
“O recortas un poco el dinero del premio o tendrás uno o dos años mas en los que esas empresas y torneos puedan seguir siendo solventes financieramente, y luego ya no lo serán”, agregó Blake, quien llegó a estar entre los cinco primeros del ránking de la ATP.