La Liga MX y los casos de sobrepeso en futbolistas y árbitros
"No estoy gordo, es que soy de hueso ancho". O simple y sencillamente le llaman: "La curva de la felicidad". La realidad es que hay algunos futbolistas mexicanos a los que la pandemia no les cayó nada bien en lo que respecta a su físico, pues parece que eso del ejercicio en casa no fue lo suyo y regresaron con un poco, con algunos, o quizá con muchos kilos de más, lo que es imperdonable para un atleta que se llama profesional.
"CHOFIS" LÓPEZ. Javier Eduardo López es el caso más evidente. "La Chofis", aunque el prefiere que se le llama Edú, regresó no gordo, sino lo que le sigue. Aunque la prensa amiga ha tratado de ocultar su mal estado físico, el que haya perdido la titularidad en el Guadalajara habla de esto por sí sólo.
López ha querido desviar la atención de su mala forma, dando a conocer sus sesiones de ejercicio en el gimnasio, pero seguramente esto va a tardar mucho.
EDGAR PARDO. Otro al que se le pasaron los tacos durante la cuarentena fue al colombiano Edgar Felipe Pardo, ex de Toluca, ahora en Pachuca. El extremo se caracterizó durante el encierro en mostrarse jugando FIFA, en la E-Liga, lo que indica que se olvidó de hacer el debido ejercicio o cuidar su alimentación, más allá de mover sus pulgares.
En su presentación con el cuadro Tuzo, en el juego contra el América, el jugador se mostró convertido en un verdadero "Tanque" y no por su potencia, sino por su excesiva corpulencia… Y eso no se gana en el gimnasio, se gana en el comedor.
EDWIN CARDONA. Un clásico cada vez que se habla de jugadores pasados de peso es otra cafetero, Edwin Cardona. El atacante del Tijuana, es de los que tiene mucha clase, pero poca o nula entrega a la hora de sudar dentro de la cancha, pero gracias a su gran técnica consigue seguir siendo contratado. Con su 1.83, era para que Cardona pesara máximo 85 kilos, en la página de la Liga MX reportan que pesa 93.
ÓSCAR MEJÍA. Y no podía quedarse fuera de esta lista un árbitro, don Oscar Mejía, de la no tan nueva camada de silbantes pero que no ha aprendido que en esta época también vale y mucho la presencia física.
A Mejía, de apenas 35 años de edad, se le nota que no es de los más abocados al ejercicio, ya que en los juegos se nota que le cuesta llegar a las jugadas y su cuerpo no le ayuda mucho en esto.