BOOTLEG: el juguete pirata que expande universos
El bootleg o juguete pirata fue una tradición en México que ayudó, en la segunda mitad del siglo XX, a que padres de familia satisficieran las peticiones de sus hijos, que querían juguetes con un costo imposible de cubrir.
Las figuras de plástico —reproducciones no oficiales o creaciones originales— han dado vida a todo tipo de personajes de la cultura popular como los protagonistas de las cintas King Kong, Gremlins, ET, entre otros.
Entre los 70 y 80, varios talleres clandestinos podían contarse en la Ciudad de México y el Estado de México. Era una época en que si alguien deseaba un juguete original, debía recurrir a la “fayuca”, como se llamaba a los objetos que ilegalmente llegaban principalmente a Tepito, a precio de dólar. Fue cuando el bootleg, creado artesanalmente, creció.
Pero la llegada de juguetes pirata del extranjero en los 90, la apertura de las fronteras y la paulatina automatización mermó este producto. Hoy, pueden encontrarse en el mercado Sonora , pero mal delineados y sin el cuidado de antaño, pues sus fabricantes producen en masa.
EL UNIVERSAL habló con un coleccionista y uno de los fabricantes de una industria que continúa creando universos alternos en el entretenimiento.
PiEZAS ÚNICAS CON INGENIO NACIONAL
En sus inicios un mismo molde podía ser utilizado para diversas figuras a las que sólo se les cambiaba la cabeza o colocaba un detalle para darle personalidad. El torso de Hulk, original de la compañía estadounidense Louis Marx, fue ocupado para otras figuras del universo Marvel, como el Hombre de piedra, de Los Cuatro Fantásticos, y hasta para el villano Thanos, pues se vale crear fusiones de mundos ajenos. No falta el creativo que produce una figura desde cero, como una que circula del mundo Star Wars conformado por las piernas de Boba Fett, el torso de Darth Vader y la cabeza de un biker scout. También hay, como en la foto, creaciones que mezclan realidad y fantasía: el cuerpo del actor Jorge Rivero y la cabeza de King Kong.
FABRICANTE DE LEYENDAS URBANAS
Una figura que se popularizó del expresidente de México, Carlos Salinas de Gortari, con cuerpo de Chupacabras (ser que supuestamente ataca a animales rurales). Fue creada producto de Gerardo Miranda, quien es ingeniero y desde hace dos años tiene su propio taller en casa. El impacto del juguete original fue tal que, explica, después se lo piratearon. En un día, si quisiera, podría generar 100 figuras de moldes distintos, pero generalmente hace una quinta parte porque su interés no es producir en masa. “Lo que quiero es retomar la tradición juguetera mexicana, pero pensando en coleccionistas, veo un mercado que se puede explotar bastante”, dice.
ESPACIO LIBRE DE DERECHOS
Gerardo creó una versión regordeta del monstruo de la laguna negra que llegó a vender en 200 pesos por pieza. También tiene luchadores, que son su pasión, así como una figura única de Star Wars, compuesta con distintos personajes. ¿Y los derechos de propiedad industrial que poseen las piezas originales? El fabricante explica: “La verdad no creo vengan de EU a decirme algo por andar haciendo figuras, les saldría más caro pagar abogado por esto, que lo que pudieran obtener. Tengo una figura de Dos Caras, el luchador ya la vio y no me ha dicho nada. También es un reconocimiento a ellos y además, no me voy a hacer millonario”, dice.
LA ANÉCDOTA CON el “POLIVOZ”
Las figuras de los coleccionistas salen de todos lados. Un día que Iván “Patata” estaba arreglando un mueble, un hombre se le acercó para decirle que tenía algo similar, que pasara a su casa por él. Cuando llegó al lugar se encontró con que era la casa de Enrique Cuenca “Polivoz”. El comediante era un coleccionista de robots, así como de objetos sacados por una compañía de pan. “Me dijo que si me lo llevaba todo ese día, me daba buen precio”, recuerda. Sin embargo, explica que actualmente sólo se quedó con un robot que data de mediados del siglo pasado, mientras que lo demás lo vendió.
EL PROCESO de crear BOOTLEGS
Se necesita de una máquina manual como la de Gerardo Miranda, un escultor, para dar vida a la figura; un molde en aluminio con cobre que asciende a 5 mil pesos. El número de moldes depende de la figura: hay que invertir 500 pesos en polietileno, así como plástico reciclado y pigmentos en polvo, para un máximo de 100 juguetes. “En la primera venta debes recuperar la inversión, sino, no funcionará”, comenta.
UN HOBBY QUE CUESTA CARO
El coleccionista conoce prácticamente todos los mercados de la Ciudad de México, de donde salen en promedio tres de cada 10 figuras. Antes era más el porcentaje, pero la proliferación de videos en YouTube de presuntos especialistas que tabulan piezas hasta en miles de pesos, sin argumentos sólidos, hacen que vendedores pidan mucho por algo que no lo vale. “Para mí entre más jugado esté, más despintado y uso tenga, es más chido”, comenta Iván. ¿Puede sacarse dinero de esto? Depende. Por ejemplo, un volante-boleto de los 80, anunciando a King Kong en un circo, puede llegar hasta los 3 mil pesos actualmente.
EL FUTURO DE LOS JUGUETES
“Al final, estas máquinas van a dejar de ser funcionales, de hecho, ya no lo son tanto, pero hay futuro si se ve como para hacer coleccionismo. No me veo vendiendo al público infantil, porque tendrían que hacer por miles y ni tengo la energía, ni es costeable”, expresa Gerardo. Su taller apenas ocupa un área de cuatro metros cuadrados de su domicilio. De ahí salen figuras que le han pedido desde Sudamérica y se espera siga creciendo el área de acción. “Perdí mi trabajo y dije, ‘no sé de mecánica, no sé de otras cosas, pero sí sé de juguetes porque era coleccionista’ y me puse a investigar cómo hacerlos. Ahora ya es sustentable y además, como sé que busca la gente para coleccionar, me da cierta seguridad de qué hacer”.