Con la exigencia de que se les permite libre tránsito para llegar a Estados Unidos, al menos seis migrantes procedentes de Venezuela que forman parte de un contingente de más de mil 500 personas que provienen de varios países de centro y Sudamérica, se cosieron parcialmente los labios, y posteriormente, al ser ignorados en su petición, realizaron una marcha desde la Central de Autobuses hasta el Palacio de Gobierno, en cuyas inmediaciones amagaron con pernoctar hasta que se resuelva su situación.
Los migrantes que llegaron el lunes a esta ciudad, afirmaron que se les impidió comprar su boleto de autobús o no les valieron el que ya traían, para continuar su camino hacia Piedras Negras o Ciudad Acuña, Coahuila, donde esperan ingresar a Estados Unidos para solicitar asilo político, “por lo menos a los que venimos de países con dictaduras, como Cuba, Venezuela y Nicaragua”, señaló el venezolano Rafael Romero, uno de los que por la mañana se cosió los labios, quien por la tarde todavía traía los hilos, pero ya cortados.
Con gritos de “¡sí se puede!”, y “queremos irnos”, los provenientes de Venezuela, Nicaragua, Colombia y Honduras, cargando bebés en los brazos, y llevando de la mano o montados sobre sus hombres a menores de unos cuatro a seis años, salieron de la Central de Autobuses y marcharon por la calle Amado Nervo, hasta la calzada Madero hacia el oriente, para seguir por todo Zaragoza, hasta el Palacio de Gobierno.
Al tiempo de recalcar que su protesta era pacífica, hicieron un llamado al gobernador Samuel García para que los ayude a obtener “libre tránsito” y les brinde seguridad para llegar con bien a la frontera, ya que en su camino los han robado y maltratado.
Jairo, un joven de 30 años, procedente de San Cristóbal, Táchira Venezuela, contó que hace dos meses salió de Colombia y, a veces caminando hasta 60 kilómetros diarios, otros días en autobús, cruzó Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, hasta llegar a México llegó hace tres días.
En su pueblo, señaló Jairo, cuidaba vacas de ordeña, hacía trabajos de albañilería, “lo que fuera para no dejar morir de hambre a mi familia”, y decidió salir para ir a Estados Unidos, porque es muy complicada la situación en su país.
William de 21 años, originario de Valencia, Venezuela quien cargaba en brazos un bebé de siete meses, que trae temperatura y congestión nasal desde ayer, lamentó que en la Central de Autobuses no les quisieran vender boletos para él y su esposa. “Lo que queremos es llegar a la frontera, ya falta poco”. El joven dijo que salió hace dos años de Venezuela, y había permanecido en Colombia, después se fue a Ecuador y Perú, de donde emprendió una travesía de tres meses hasta llegar a la ciudad de México el fin de semana, sumándose a este contingente.
Milagros, salió de Venezuela el 28 de abril y llegó a México el 15 de mayo, con dos hijos menores, comentó que en el grupo casi todos venezolanos, y tienen el propósito de pedir asilo político en Estados Unidos, pues lo único que buscan es trabajar, “no somos delincuentes, somos gente honesta”.
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