Columnista cubano del Washington Post denuncia amenazas para que no escriba
El periodista independiente cubano Abraham Jiménez Enoa, columnista del diario estadounidense The Washington Post, denunció que este jueves las autoridades cubanas lo esposaron, interrogaron y amenazaron con represalias legales si continúa escribiendo para ese medio.
Jiménez, que colabora con el diario desde noviembre del año pasado, explicó a Efe que hoy acudió a una citación en una estación policial en La Habana donde debió desnudarse para un registro. Tras vestirse, fue esposado y trasladado "con la cabeza baja" en un vehículo a la sede central de la Seguridad del Estado en la capital.
Allí, fue interrogado durante cinco horas y acusado de un delito de "usurpación de funciones", pues según la legislación de Cuba, donde todos los medios de comunicación son estatales, esta profesión no se puede ejercer sin estar oficialmente autorizado.
En el caso de las corresponsalías de medios extranjeros, la normativa también establece que deben estar legalmente acreditadas ante el Ministerio cubano de Exteriores.
"La ley cubana no reconoce a la prensa independiente y para hacer periodismo hay que estar bajo la sombrilla del Partido Comunista de Cuba y yo no lo estoy", señaló el informador.
Durante el encuentro con los agentes, Jiménez Enoa, que hasta julio pasado también dirigía la revista independiente "El Estornudo", fue acusado asimismo de "estar financiado por organizaciones que pertenecen al Gobierno de Estados Unidos, que según ellos tienen el objetivo de subvertir el orden interior en Cuba y promover la contrarrevolución".
"Ha sido una experiencia atroz desde lo personal, pero evidentemente es un llamado a la prensa independiente cubana, es un ataque más que demuestra que el Gobierno de Cuba sigue sin tolerar a las voces y a los medios que están fuera de su sombrilla y que es capaz, bajo cualquier argumento, de inventar hechos delictivos para acallar esas voces", sostuvo el periodista.
En sus columnas en The Washington Post, Jiménez Enoa ha abordado en los últimos meses asuntos como la violencia policial y el racismo, el debate sobre el matrimonio homosexual o el mal estado de los edificios y el problema del acceso a la vivienda en La Habana.
Se trata de temas raramente reflejados con una perspectiva crítica por la prensa estatal de la isla, pero que sí son constantes en los medios independientes surgidos en los últimos cinco años al calor de la expansión de internet en el país caribeño.
Esos medios se mueven en un limbo jurídico, ya que aún no hay una legislación específica para las plataformas periodísticas online, aunque la Constitución promulgada el año pasado estipula, respecto a la libertad de prensa, que en ningún caso los medios fundamentales de la comunicación serán objeto de propiedad privada.
En el último año, los periodistas que trabajan para esos medios no oficiales han denunciado un incremento de las presiones por parte de las autoridades para impedirles hacer su trabajo, desde citaciones policiales a arrestos domiciliarios, confiscación de herramientas o restricciones de acceso a internet.
"No es una estrategia al azar, buscan acallar las voces y que no salga a la luz esa realidad oscura que el Gobierno de Cuba no quiere que se muestre", afirmó el periodista, quien asegura que hoy le dejaron "muy claro cómo están asesinando la reputación" de otros de sus colegas.
Jiménez Enoa subrayó que piensa seguir escribiendo, pese a que los agentes que le interrogaron le advirtieron de que si publica "un texto más" en el rotativo estadounidense abrirán una causa judicial en su contra.
"Me seguirán atropellando y la única arma que me queda es seguir escribiendo y contar lo que me pasa. Si dejo de hacerlo me quedo desnudo, como hoy me desnudaron. Sé que corro mucho riesgo, que mi familia también corre riesgo, pero no me queda alternativa", apuntó.
También consideró que el hecho de publicar su columna en el Washington Post ha molestado especialmente al Gobierno cubano "por la visibilidad que tiene".
Las relaciones entre Cuba y EE.UU. atraviesan uno de sus momentos más bajos y la imposición de sanciones se ha intensificado en los últimos dos años, con graves repercusiones sobre la ya deteriorada economía cubana.