Feminicidios. Ciudad Juárez, otra vez la pandemia sin control
A Nahomí Galindo le arrebataron la vida. Dos manos apretaron fuerte su cuello hasta que ya no pudo respirar. La fuerza que motivó el homicidio fue la impotencia de no poder violarla. Un hombre la odió por ser una niña de 12 años a la que no pudo someter. No como lo hizo con las hermanas menores de Nahomí, de 10 y 11, a quienes golpeó y penetró. La mañana del pasado miércoles, Ciudad Juárez, acostumbrada a las noticias de violencia, despertó horrorizada con la brutalidad del ataque contra tres niñas que alrededor de las 2:00 de la mañana dormían en su casa.
Nahomí fue el feminicidio número 83 de los 86 que se han registrado en lo que va de 2017. Aún no termina el año y ya rebasa por un 33.7% a los 57 que hubo en 2016. Ella es una parte de la trágica estadística: 913 mujeres han sido asesinadas de 2010 a la fecha.
Un día después, el jueves, el gobernador del estado, Javier Corral, visitó el campo algodonero —terreno donde fueron encontrados los cuerpos de ocho mujeres el 6 de noviembre de 2001— para colocar 53 placas de mármol en un memorial para las víctimas de feminicidio en la ciudad. El mandatario dijo en el acto que "una política de estado es combatir sin cuartel la violencia contra las niñas y mujeres".
Mientras tanto, en otro extremo de la ciudad, hacia el oriente, una mujer era asesinada a balazos en el interior de su domicilio. Hasta el momento sigue en calidad de desconocida. Menos de 24 horas pasaron para que grupos de la sociedad civil y familiares de desaparecidas y víctimas de feminicidio se juntaran para exigir justicia en el mismo campo algodonero, para pedir memoria y sentenciar que ser mujer en esta ciudad es razón suficiente para ser asesinada.
Al mismo tiempo, alrededor de las 10:00 de la mañana, en una de las vialidades periféricas de la urbe, apareció el cadáver de una mujer enredado en una cobija justo bajo las leyenda gigante "La Biblia es la verdad, léela", del cerro más emblemático de la ciudad. La noche de este viernes por la noche fue identificada, su nombre es Vanessa Moreli Luna, de 21 años, tenía reporte de desaparición de un día y tenía un hijo.
El grupo de activistas y familiares de víctimas se trasladó a Praxedis, poblado en la carretera que serpentea paralela al río Bravo, al arroyo El Navajo, lugar donde han sido encontrados los restos de 26 mujeres desde 2012. Se detuvieron en el memorial a las víctimas identificadas, 13 cruces rosas a mitad de las faldas de la sierra.
Mientras leían cada uno de los nombres de las mujeres asesinadas este año, un hombre mataba a su esposa a balazos antes de quitarse la vida en la parte norte de la ciudad junto al parque industrial Omega.
Para Imelda Marrufo, directora de la Red Mesa de Mujeres, organización que acompaña legalmente a familias de víctimas de feminicidio, la violencia es en todos los ámbitos, y la impulsan sobre todo, dos ejes: la esfera social, que reproduce y justifica la agresión contra las mujeres además de criminalizar a las víctimas y la impunidad fomentada y arraigada en el sistema de justicia.
Estos detonantes llevan a que se violente a la mujer porque se le ve como un objeto. Entonces, dice la especialista, separar la agresión sexual y el feminicidio se vuelve difícil porque hay casos en los que lo primero termina, desafortunadamente, en lo segundo.
En la lista de feminicidios por municipio, Ciudad Juárez ocupa el segundo lugar, debajo de Ecatepec y encima de Acapulco. Las tres ciudades más letales para la seguridad de las mujeres en el país. Sin embargo, Juárez encabeza la lista de denuncias por violación, por lo menos en los datos que arrojan los primeros seis meses del año.