La posada ''Emo'' en Sonora que se volvió viral
Con música de PXNDX, tamales como refrigerio y una piñata de Bob Esponja con flequillo, un grupo de 16 jóvenes originarios de Ciudad Obregón, Sonora, decidieron darle un giro a la tradicional posada y hacerla con temática "emo", tribu urbana que tuvo auge en la década de los 2000 y cuyos seguidores se caracterizan por vestirse y maquillarse con tonos oscuros y usar el cabello sobre la cara.
Jessica, una de las asistentes y quien publicó las fotografías que en sólo unos días fueron imán de miles de reacciones de internautas, compartió con EL UNIVERSAL que en su grupo de amigos es frecuente que organicen fiestas con alguna temática en particular. "Ya llevábamos tiempo queriendo hacer algo con temática emo, porque queríamos recordar esa etapa de cuando estábamos en secundaria, y como la posada era el siguiente evento, se decidió hacerla así".
Los organizadores pidieron a cada integrante del grupo 150 pesos para poder comprar la comida, los adornos y preparar el evento que tuvo lugar el pasado sábado 7 de diciembre, en el domicilio de una de ellas. "Nos daba risa porque la gente creía que incluso habíamos conseguido un lugar tétrico para hacerla, pero no, era el porche principal de la casa de María José", comentó la sonorense.
Los detalles fueron esenciales para lograr ambientar el lugar y hacerlo verdaderamente "emo", razón por la cual los jóvenes incluyeron globos negros y rosas, combinación cromática usual entre los "emos"; posters en las paredes, calaveras, una manta con la leyenda "No somos suicidas, somos ángeles que quieren volver a casa", y un marco que simulaba la página principal de "MetroFlog", red social que en los 2000s fue muy popular entre los miembros de este grupo. Dentro de dicho marco, también añadieron el letrero "Posada 3m0 2019", haciendo alusión a un hábito frecuente de este grupo que consistía en escribir mezclando las altas y bajas, sustituyendo algunas letras por "x" y "z", e intercalando los números con las letras. Esto último, también fue utilizado para escribir el letrero que colgaba sobre la mesa en la que se sirvieron los tamales.
"Los organizadores pensaron en todo. Había ponche rojo para que fuera como si bebiéramos sangre, e incluso nos dieron una bolsita que era como un kit anti cruda, pero que se llamaba kit suicida, y que traía aspirinas, galletas, y una bebida isotónica para el día siguiente", explicó Jessica.
Después de partir la piñata, la cual mandaron a personalizar para que encajara en la temática, los jóvenes decidieron dejar de lado el clima "oscuro" propio de esta tribu urbana, y bailar al ritmo del reggeatón hasta las 4 de la mañana. "Nos divertimos mucho, fue padre recordar esa época", afirmó la joven.
La publicación de Jessica en Facebook tiene más de 6 mil reacciones, y ha sido compartida por más de 19 mil usuarios.