Guardiola ajusticia al Tottenham y la Premier con goleada
Con la certeza de que el Liverpool se retiraba definitivamente de la puja por la Premier League, el Manchester City hizo rutinaria su victoria ante el Tottenham Hotspur (3-0) para ajusticiar una liga que está predestinada para los de Pep Guardiola.
Era el Mourinho contra Guardiola más descafeinado de todos, porque pocas veces parecía el City tan abocado a pasar por encima de los 'Spurs', exhaustos física y mentalmente después de caer ante el Everton en la prórroga de la FA Cup.
La clase de duelo que Mourinho hubiera criticado en el pasado, por el calendario, por las bajas y en la que hubiera repetido un centenar de veces que era imposible ganar. Pero esta vez se mantuvo quieto, quizás porque de verdad sabía que no iba a tener ninguna oportunidad contra el mejor equipo de lo que va de año, el que acumula dieciséis triunfos seguidos y el que tiene la Premier League a tiro de piedra.
Era un dominio adormecedor el del City, rondando la portería de Hugo Lloris y viendo cómo su espalda era amenazada por las dos armas que tiene el Tottenham arriba y que forman la mejor pareja de la liga. Son estaba fuera de tono, pero Kane, sin continuación en las jugadas, necesitó mandar una falta al palo para exclamar que el Tottenham también estaba en el partido.
A diferencia de las veces que el City toca y toca sin una manera clara de hacer daño, los de Guardiola parecían saber que el error y el hueco llegaría y cuando Pierre-Emile Hojbjerg, que lleva unos partidos horribles, derribó torpemente dentro del área a Ilkay Gündogan no tomó por sorpresa a nadie.
Rodri, uno de los tantos lanzadores de penaltis que se muestran en la tarea hasta la vuelta de Kevin De Bruyne, lo transformó y dio al City el premio que les daba rienda suelta a jugar más relajados y a terminar de ajusticiar al Tottenham desde la calma.
La tranquilidad con la que Raheem Sterling, Phil Foden e Ilkay Gündogan tocaron dentro del área ante cuatro defensas del Tottenham reflejó la poca fe de los 'Spurs' por seguir en el encuentro.
El alemán, que lleva once goles en Premier League este año, cuando en las cuatro temporadas anteriores sumó 15 en total, sonrojó a Lloris con un disparo que podría haber parado y sentenció el encuentro.
No le quedaba más a Mourinho que salir al área técnica a dar la cara y a soltar un par de gritos a los suyos, abrumados por un City que no arrollaba, pero sí asfixiaba y que poco a poco con ese ahogo seguía llegando a la meta de Lloris.